El burnout, asesino de la productividad

El burnout o “síndrome de desgaste profesional” es una realidad y problema creciente que afecta a millones de personas en el entorno laboral actual. Con el auge del trabajo remoto, las altas exigencias de rendimiento y la falta de límites claros entre la vida profesional y personal, cada vez más trabajadores experimentan agotamiento físico, emocional y mental. Este desgaste no solo afecta la salud de los empleados, sino que también tiene un impacto significativo en la productividad y el clima organizacional. Reconocer y prevenir el burnout es esencial para construir equipos sostenibles y mantener un entorno laboral saludable que no siempre se puede llevar a cabo.

¿Por qué me estoy quemando?  

El burnout se origina generalmente en entornos donde el nivel de exigencia y carga laboral es superior a la capacidad de recuperación de los empleados. Horas extra constantes, falta de reconocimiento y una carga emocional sostenida crean un cóctel de factores que llevan al agotamiento. En muchos casos, las expectativas poco realistas o la falta de apoyo de los líderes contribuyen a que los empleados sientan que no pueden cumplir con sus tareas o satisfacer las demandas, lo que incrementa su nivel de estrés y ansiedad. Pero no siempre es una circunstancia achacable a un ambiente poco recomendable, una falta de liderazgo de tus superiores o una cultura de recursos humanos defectuosa. Hablamos de la autoexigencia de los empleados que quieren hacer más de lo que hacen pero encuentran trabas en sí mismos, el llamado síndrome del impostor o el miedo a no querer destacar para no levantar suspicacia con los compañeros o jefes. En esa autolimitación uno empieza a frustrarse y la quemazón resulta inevitable a medio-largo plazo.

¿Qué ocasiona el burnout en la salud personal y en la empresa?

Un desgaste profesional tiene un alto coste tanto para el trabajador como para la empresa. Desde el punto de vista de la salud, el burnout aumenta el riesgo de ansiedad, depresión y problemas físicos como insomnio y enfermedades cardiovasculares. La sensación no-realización, no sentirse valorado, o verse en soledad en según qué momentos es una sitaució recurrente en personas que sufren de burnout. Para las empresas, este coste se manifiesta en bajas por enfermedad, rotación elevada de personal y disminución en la productividad que determina en definitiva pérdidas, el terror de cualquier empresario. Los empleados agotados suelen ser menos eficientes, menos creativos y menos motivados, lo cual puede impactar negativamente en los resultados empresariales y en el ambiente laboral.

¿Cómo me curo del burnout? ¿Puedo prevenirlo?

La respuesta fácil: cambia de trabajo. Ya. ¿Y si no puedo cambiar por alguna razón? Sin duda no hay una respuesta fácil a este problema, sobre todo cuando uno se encuentra en esa vorágine de pensamientos negativos y quiere salir de “la espiral de la derrota”, parafraseando a los Héroes del Silencio, pero no encuentra manera de huir, y al final uno sigue remando sin saber muy bien si la deriva le va a llevar a algún lugar mejor.

Prevenir el burnout requiere un compromiso tanto de los empleados como de los líderes tanto a nivel personal como de organización, es esencial establecer límites saludables y fomentar un equilibrio entre la vida personal y profesional. Esto puede incluir políticas como horarios flexibles, programas de bienestar y el fomento de pausas regulares. Pero más allá de cuestiones fáciles de detectar como “solución” se encuentra la de la atención personal al empleado, el cuidado, y por cuidado hablo de la escucha y observación de su estado. Atender en la medida de lo posible sus requerimientos y velar por su bienestar, sobre todo el mental, ofreciendo salidas, soluciones, relocalizaciones, reasignando tareas si es posible, descargando tareas, ofreciendo respuesta a sus aspiraciones y formándoles para continuar avanzando profesionalmente. En suma: evitar el estancamiento de uno de los valores esenciales en una compañía: el factor humano laboral.

Por parte de los líderes, es importante crear una cultura de apoyo y reconocimiento, donde los empleados sientan que su trabajo es reconocido. Además, los equipos pueden beneficiarse de programas de desarrollo profesional y de una comunicación abierta que les permita expresar sus necesidades y preocupaciones sin temor a represalias.

El entorno como base del trabajo saludable

El burnout no debe ser visto como una “debilidad” del trabajador, sino como una señal de alarma sobre la cultura laboral. El estigma de un trabajador quemado se asocia con una flaqueza en los demás órdenes de la vida y no debe ser así. Las empresas que fomentan un ambiente de respeto, equilibrio y apoyo son más capaces de retener talento y construir un equipo comprometido y resiliente. A medida que más organizaciones toman conciencia de este fenómeno, es posible que veamos un cambio hacia un enfoque más humano en el trabajo, donde la salud y el bienestar de los empleados se prioricen para garantizar un éxito sostenible.

Quien cuida a sus empleados cuida a su empresa.

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